Lola

Parece invisible en ese fondito
al que solo van cuando cuelgan ropa grande,
cuando la gurisa quiere hamacarse 
o llegan los amigos y prenden fuego y toman birra hasta tarde y hablan de pibas y de fútbol.
Sin embargo ella está ahí
balanceándose de punta a punta
con el cuero seco
sosteniendo la mirada en la ventana para que no se le pierda,
esperando una caricia,
que le soplen un Lola en su oído,
le tiren una pelota o de la cola,
la monten como caballito
o abran la puerta.
Ella siempre está ahí
esperando cualquier cosa
menos ese frío de afuera
a veces bajo la llovizna
que la deja ronca
y sola
rascando con las patas
una lata fría
hasta que las uñas
también queden vacías,
sacudiendo el lomo
por las dudas
alguien venga.

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