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  Ahora estoy sola y una bomba de alquitrán me estalla en la memoria cualquier filo destroza menos que una ausencia imperfecto tu nombre señora de los pájaros: extranjera.
 Antes que yo misma lo supiera, recogía menta y lavanda era demasiado pronto pero no sabía  que anticipaba  ataditos  para cuando tus ojos me vieran  un viento nuevo sopla cuando ya no encuentro donde poner los pies, vuelo  algo se extiende en mí y comienza a nombrarme con cada una de las letras que me hacen ser ésta y no otra entonces por encima de todas las nubes intento decir lo que no me sale ¡¿y para qué más palabras?! si todo esto querida, es mejor que el vino, que el queso y las uvas que rodean la medianoche. Esa voz, tu voz  un polvo aromático que sube lento por mis oídos y vuelve a pronunciarme con firmeza: Natalia, Natal... sí, es que yo creo en todos tus frutos maduros, recién salidos de ese monte ancho donde llaman ni nombre quiero caer de espalda, dejarme llevar  y soltar todas las explosiones juntas del centro de la lengua. Lengua y monte  boca y hambre  un ungüento hermoso y morado  para la orilla de algunas bocas.

Para que exista un puto fin debería no creer en nada

  Nos vendrá un tiempo que es más quieto de manos y piernas cansadas andaremos escondidas del cemento más calladas vos tendrás un pañuelo en la garganta  y seguro yo  usaré unas medias pasaremos horas en el jardín regaremos las plantas y con el sonido  de las pulseras que me regalaste todos estos años los pájaros  cantarán otra canción  pienso también  que habrá crecido más el níspero  y que sus frutos caerán entre los zapallos  porque sí siempre tendremos zapallos para la sopa del  invierno  entonces alguien dirá en la radio que el frío es más helado y cenaremos a las diecinueve frente a la chimenea  las gatas subirán en nuestra falda y después  de reconocernos en nuestros gestos  dormiremos todalanochedelamano esperando la mañana                                esperando                                                      mañana.

Mapa de nada

  Líneas oblícuas en la ventana apagaron un fuego sofocante con la misma manía se apaga el cuerpo del poema a espaldas de tu cuerpo. Ahora entre las sábanas queda un mapa de nada, me arden las uñas de morderlas y las piernas también.

Río nuestro

B arro, entraña, una bata de cola de escamas  un ¡alto! al aire un rato más o un rato antes de cualquier cosa patrones que empiezan o terminan que van y vuelven, ronronean se disuelven en quien lo mira frente a él,una boca se abre y traga nuestras voces y también traga las voces del viento que se esparcen encandiladas. Crece en la tierra su obra la habita, duerme al fondo  delante y detrás de su nombre se expande un silencio los bordes nunca son los mismos cascabelean en las cosas vivas, las despiertan cuando tocas el agua  los pies  ya no se caen.
  Hija del otoño, nieta de las brujas, fin de los silencios, ruido y apuro, espejo hembra, espacio verde de escucha, de puño, de pañuelo. Bitácora, olor de las especias, abundancia, brasa y rabia, agua de riego, brote, grito, "nomeolvides"
A veces amontono el polvo con el agua o enramo la casa como las polillas a veces, las palabras se igualan en un silencio perfecto y es mejor eso a que salten sobre algún hombro y se ennegrezcan y caigan como las rodillas o los bichos.