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Mostrando entradas de octubre, 2019

Predicción

Vallejo venía en sus tiempos libres y cada día levantaba un poco más esa construcción en medio del living que llamaban chimenea. Elegía los mejores ladrillos, los medía, los cortaba, les daba la inclinación justa planeando de antemano el recorrido que haría el humo hacia arriba. No recuerdo que la hayamos prendido ni una sola vez parecía estar hecha para el futuro.

El Terry

Con el Terry  pasábamos tardes tirados en el fondo esperando que salieran de un hueco las hormigas, con lupa en mano y una pinza yo las metía rápido en un frasquito y él de un lengüetazo en la panza. Las que lograba guardar las alimentaba con yuyos, agua azucarada y le perforaba la tapa al frasco. Teníamos un arreglo él hacía guardia hasta que yo volvía de la escuela entonces yo le revisaba la lengua y el hocico por las dudas y si todo estaba bien en vez de hormiga ligaba pan con manteca.

Los hilos

Dos cosas nunca se detenían: el agua corriendo por las plantas y el arrorró de la máquina de coser. Aprendió costura desde chica hizo su vestido de novia con las manos, y el de su hija, también mis vestidos y el guardapolvo de jardín. Nunca había cosas rotas ni descosidas le daba oportunidad a todo trapo, las telas viejas volvían nuevas. Tenía el poder de juntar los hilos y los hijos.

Lola

Parece invisible en ese fondito al que solo van cuando cuelgan ropa grande, cuando la gurisa quiere hamacarse  o llegan los amigos y prenden fuego y toman birra hasta tarde y hablan de pibas y de fútbol. Sin embargo ella está ahí balanceándose de punta a punta con el cuero seco sosteniendo la mirada en la ventana para que no se le pierda, esperando una caricia, que le soplen un Lola en su oído, le tiren una pelota o de la cola, la monten como caballito o abran la puerta. Ella siempre está ahí esperando cualquier cosa menos ese frío de afuera a veces bajo la llovizna que la deja ronca y sola rascando con las patas una lata fría hasta que las uñas también queden vacías, sacudiendo el lomo por las dudas alguien venga.

De acá y de allá

Soy todo lo que queda de los que amé la quietud de las cosas, las formas inventadas en las nubes, el botón rojo de encendido, la canción que ahora suena y hace un revoltijo en mis oídos, las risas que saltan allá afuera y esta también.

Nunca me fui de acá

Nunca me fui de acá cierro los ojos y estoy adentro apenas un reflejo de todas las veces que miré el techo o la ventana.

En este cuarto

No puedo quedarme en este cuarto las paredes siguen amarillas, más descascaradas que antes la mancha de humedad crece  acá durmió mi abuela  con su pareja no puedo imaginarla con su dulzura teniendo sexo para mí que hizo el amor, o un jardín hizo acá adentro así aprendí a mirarla toda perfumada armarse unos rulos grandes, pintarse los labios, sonriente frente al tocador. Más tarde durmió mi madre que también seguro hizo el amor porque ella amó mucho pero después se enfermó, la cama le quedó chica y se fue entonces llegué yo crecida y madura que también vine con alguien y me inventé otro jardín que el tiempo secó y ahora no puedo entrar a este cuarto te juro no pue do se me viene todo encima la puerta se descuelga, el ropero,único testigo, cuando apagábamos la lámpara, y el cuerpo y los sueños que saben también de la sombra que dibujamos en la cama vos de un lado, yo del otro sin rozarnos colgando la distancia desde el techo tapando con mantas los gritos silenciosos de la noche apretand

Una carta para Thiago

Tengo que escribirte una carta  nunca antes había pensado que escribirte  un pedazo blanco de papel  que capaz luego guardas en el bolsillo y se arruga o se moje, lo pierdas y ya fue. No sé que puedo darte si no es con todo el cuerpo, con toda la fibra de mi ser que traspasa tu fibra para darte vida, para traerte más acá del aire. Una pradera enorme para que corramos o juntemos flores y semillas y se nos rayen los ojos con el sol un día, una noche, una vida hasta que vos quieras, yo sabré luego pararme en puntas de pie y verte desde acá como tu cuerpo hecho mañana, crecido y fuerte, se alarga del mío. Te prometo que será así voy a llover de alegría al ver tus coordenadas ya trazadas, tu sombra nueva distinta a la mía, llena de todo lo que nos dimos sin deudas ni secretos, con el puñado de preguntas colmado esparcirse a lo lejos sobre otras tierras y otros cuerpos un pan y un aire fresco para nacer en otro sitio o quizá todo para vos. Lo que quiero decir es que no es mi hora preferida d

La espera

Líneas oblicuas en la ventana derribaron el fuego sofocante  con la misma manía se derribó  el cuerpo del poema  a espaldas de tu cuerpo un collage entre las sábanas, aliento ahogo aliento aho... ahora un mapa de nada. Me ardieron las uñas de morderlas y las piernas también.

El jardín

Conejitos en los canteros, cola de zorro, rosas rojas, rosadas, blancas,  dalias redondas y violetas, gladiolos de espalda al vecino, algunas calas, helechos que colgaban, un pino en la esquina, tres árboles que hamacaban sus hojas, una palto generoso que daba frutos y un limonero, eso era la parte de atrás. Un viento suave que rozaba las mejillas, la regadera que cargaba la Mary en su mano y en la otra, ese vapor humeante que salía de los verdes. Mientras desayunaba la observaba detrás de la ventana ¡siempre la miraba tanto! Ahora en el mismo norte no quedan más que hojas secas y un bocado de aire.

Esas cosas del amor

Una tarde llegué del colegio, mi mamá me cuenta que había ido mi papá a buscarme y aunque yo no estaba, el entró y hablaron mucho no habían peleado ni nada, ella estaba contenta y tranquila incluso me dijo: tu papá ha sido el amor en mi vida, nunca lo olvidé. Mi madre estaba en pareja, supongo que mi papá también desde esa tarde que se vieron fantasee tanto con eso los imaginé juntos mirándose a los ojos, tomándose de la mano acercando la piel al beso como antes, cuando no había excusa.

Puertas adentro

A los 15 aprendí a vivir conmigo: una radio aturdiendo la única manera de resistir al cuarto más duro, al agua fría del baño, a la toalla rota, a casi todos los muebles necesarios el armario, la camita y la mesa chica, o el último jugo del limonero antes de secarse. Nada sobrevivió esos tiempos, ni las plantas, ni las cortinas, solo era bajar la persiana por la escarcha, freírme unas papas o hervir arroz esconder siempre la llave de la noche del frío, meter puertas adentro los temblores, abrigar el desvelo con las mantas hasta la nariz no más para no asfixiarlo.