Antes que yo misma lo supiera, recogía menta y lavanda era demasiado pronto pero no sabía que anticipaba ataditos para cuando tus ojos me vieran un viento nuevo sopla cuando ya no encuentro donde poner los pies, vuelo algo se extiende en mí y comienza a nombrarme con cada una de las letras que me hacen ser ésta y no otra entonces por encima de todas las nubes intento decir lo que no me sale ¡¿y para qué más palabras?! si todo esto querida, es mejor que el vino, que el queso y las uvas que rodean la medianoche. Esa voz, tu voz un polvo aromático que sube lento por mis oídos y vuelve a pronunciarme con firmeza: Natalia, Natal... sí, es que yo creo en todos tus frutos maduros, recién salidos de ese monte ancho donde llaman ni nombre quiero caer de espalda, dejarme llevar y soltar todas las explosiones juntas del centro de la lengua. Lengua y monte boca y hambre un ungüento hermoso y morado para la orilla de algunas bocas.
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Como el susurro del viento ...