Ahora estoy sola y una bomba de alquitrán me estalla en la memoria cualquier filo destroza menos que una ausencia imperfecto tu nombre señora de los pájaros: extranjera.
Nos vendrá un tiempo que es más quieto de manos y piernas cansadas andaremos escondidas del cemento más calladas vos tendrás un pañuelo en la garganta y seguro yo usaré unas medias pasaremos horas en el jardín regaremos las plantas y con el sonido de las pulseras que me regalaste todos estos años los pájaros cantarán otra canción pienso también que habrá crecido más el níspero y que sus frutos caerán entre los zapallos porque sí siempre tendremos zapallos para la sopa del invierno entonces alguien dirá en la radio que el frío es más helado y cenaremos a las diecinueve frente a la chimenea las gatas subirán en nuestra falda y después de reconocernos en nuestros gestos dormiremos todalanochedelamano esperando la mañana esperando mañana.
Antes que yo misma lo supiera, recogía menta y lavanda era demasiado pronto pero no sabía que anticipaba ataditos para cuando tus ojos me vieran un viento nuevo sopla cuando ya no encuentro donde poner los pies, vuelo algo se extiende en mí y comienza a nombrarme con cada una de las letras que me hacen ser ésta y no otra entonces por encima de todas las nubes intento decir lo que no me sale ¡¿y para qué más palabras?! si todo esto querida, es mejor que el vino, que el queso y las uvas que rodean la medianoche. Esa voz, tu voz un polvo aromático que sube lento por mis oídos y vuelve a pronunciarme con firmeza: Natalia, Natal... sí, es que yo creo en todos tus frutos maduros, recién salidos de ese monte ancho donde llaman ni nombre quiero caer de espalda, dejarme llevar y soltar todas las explosiones juntas del centro de la lengua. Lengua y monte boca y hambre un ungüento hermoso y morado para la orilla de algunas bocas.
Mirada de adiós.
ResponderEliminarEntonces nada que hacer.
Cuida tu corazón hasta que llegue el olvido.
Besos.